La cara oculta de la luna

Una comunidad inclusiva socialmente que espera comprensión y respeto. Mostrando lo mejor de dos mundos y con la esperanza de su presencia en leyes y documentos oficiales. La identidad de las nuevas generaciones ha arribado para detonar el pensamiento de género tradicional unida a los genitales. Así aclaman su identidad quienes están a un lado de la dualidad hombre o mujer. Son las personas de Género Fluido.

Jabiela Reguera Chao

Andrea se reconcilió con su feminidad al renunciar a ser solo hombre. Se maneja con una mutabilidad extraordinaria entre lo masculino y lo femenino, invirtiendo espontáneamente el lenguaje, las muecas, las poses y jugueteando con su cabello y la ropa. Tiene 20 años y es género fluido, una de las identidades que forman parte del amplio abanico de la diversidad de género y sexo. “El género fluido es cuando una persona se identifica tanto hombre como mujer y puede estar entre medio de ambos, no necesariamente somos como “no binario”, si entramos al espectro “no binario”, pero no es una persona que no se identifica con ninguno de los dos, sino que nos identificamos con los dos”, va relatando de manera calmada para no saltar detalle.

El cambio forma parte de la vida de Jesús desde los 17 años en adelante. Su motor de arranque fue buscar ser a toda costa fiel con ella misma “sentirme cómoda dentro de mí, verme al espejo y sentirme cómoda con cualquier pronombre y mi representación del mundo debe ser así”, relata. La idea de sentirse solo hombre con el tiempo empezó a no encajar del todo e inició  —como ella lo llama—  a llenarse de granitos de arena, agarrándose fuerte del apoyo que le brindaba su familia, las ganas de colocar en su cédula de identidad ambos géneros, descubriendo lo mejor de dos mundos. Roles incorporados ahora a su nuevo ser, el cual no encuentra maneras de delimitarlo, solo hacerlo ver y sentir único; primero con la ropa, el peinado, los andares e inclusive la compostura al sentarse. “Si me quise poner una falda no fue porque me levanté sintiéndome más ella, no, me la puse porque realmente me la quería poner. Para mí la ropa no tiene género”, dice. 

Pese a todo lo que se ha planteado en materia de adelanto de desarrollo inclusivo, aún hay una lenta normalización, tal es el caso de una vivencia que hasta el día de hoy le produce insatisfacción. “Era mi primera vez yendo al gym de la universidad, como un día normal siempre entro al baño de las mujeres, me siento más cómoda ahí, no voy a mentir porque siento que igual mi aspecto a pesar de todo, incomoda a los hombres”, comparte. 

Terminó la jornada de gym completa, sintiéndose contenta, llena de endorfinas y se dirigió al baño a recoger sus cosas. La felicidad de ese día no duró mucho, minutos después de haber dejado el lugar, la sorprende un correo de su coordinadora académica comunicándole que tenían que hablar. La razón: su cédula de identidad decía que era hombre y debía entrar al baño de los hombres. “Siento que en el baño de los hombres me pueden agredir, he vivido bullying en años pasados y no quiero que se vuelva a repetir esa situación prefiero evitarlo”, dice Andrea en respuesta a lo que estaba sucediendo. Y por ende prefirió no ir más al gym. “No tuvieron ningún motivo o ganas para ayudar en la situación”, explica desilusionada. Encuentra que si hay pasos importantes que ha dado Chile, pero hace falta avanzar en tema de genero fluido, no binario pues como comunidad, a su perspectiva no son minoría, aunque los sigan tratando como tal. Hacer que la ley permita poder reflejarse tal y como son, para facilitarles la vida, dándole mayor visibilidad ante la misma y la sociedad. “Apenas se están lanzado con ideas muy básicas que es matrimonio igualitario, adopción homoparental. No estoy pidiendo que toda la gente lo entienda de una vez porque es un tema nuevo. Del uno al diez, Chile está en un cinco”, razona la joven de tercer año de periodismo.

El término género fluido recomenzó a ponerse en circulación a inicios de 2000.En este, una persona de género fluido nace con rasgos morfológicos de un sexo biológico determinado y decide no encerrarse en ningún género binario (hombre o mujer). Así, el género fluido no se precisa por su orientación sexual o por la representación de irrefutables rasgos sexuales, sino por una inclinación de identidad hacia ambos géneros convencionales.

Claudia Alfaro , cuenta su experiencia como madre de un hijo de género fluido, Ale de 20 años. “Cuando nos comunicó que era género fluido, la verdad es que fue todo muy orgánico. Ale nunca “salió del closet” ya que desde muy niño entendimos que era gay, y no fue tema en casa, en la familia ni en el colegio, puesto que en ese tiempo vivíamos en Alemania. Lo del género fluido, Ale comenzó a manifestarlo hace unos cinco años, a raíz de la danza moderna en la que participaba. Ahí comenzó a maquillarse, los trajes de danza eran mixtos o no binarios, o sea sin género, lo que lo llevó a experimentar con su género. Luego para Ale fue solo “etiquetarse” dentro del grupo de género fluido, ya que comenzó a vivir situaciones de disforia”, así comienza contando el nuevo camino que tuvo que emprender como madre. “Ahora sé que tengo una hija e hijo, dos en uno, y nunca fue un tema que tuviera que “aceptar”, ya que simplemente fue dándose en conversaciones de forma orgánica, donde Ale se estaba conociendo, y yo reconociéndole”. Hoy en día, su hijo le manifiesta lo libre y seguro que se siente siempre en sus decisiones y a la reacción familiar respecto a su identidad, orientación y expresión de género. Su mamá acepta que cambiaría el hecho que internamente tuviese miedo por Ale, ya que el colegio en Chile podría haber sido tajante en cuanto al tema. Tanto es así que el día de su graduación, Ale fue con uniforme de chica, y ella estaba preparada para pelear con quien le comentara algo o no lo dejara participar por no “tener el uniforme apropiado”. “Pero la verdad es que nadie le dijo nada, y de hecho hasta hoy nos felicitan como padres y familia en este apoyo constante que le dimos a Ale, que le dio seguridad y entereza siempre”, declara orgullosa.

El abogado Mati Cortez reafirma que no existe una ley que reconozca explícitamente el concepto de la identidad de género fluido o de personas no binarias, pero “si entendemos que dentro del concepto de identidad de género existen las personas cisgeneros, personas trans, y dentro de las personas trans, personas trans binarias, mujeres trans o trans masculinos, por otro lado, también están las personas trans no binarias de las cuales hay un paragua de definiciones”. Reconoce además que el binarismo de género es un problema estructural en la sociedad.  Y que la problemática se extiende, causando muchas dudas como por ejemplo ¿Cuál sería la edad de jubilación para una persona no binaria?, esto pensando que la incorporación de género no binario este dentro del programa de gobierno del presidente Gabriel Boric como una reforma de la identidad de género. “Hay una serie de desafíos en este ámbito”, define Cortez. 

“Las etiquetas limitan”, afirma molesta Fede de 26 años. “La sociedad dicta sus reglas y obliga a que se sigan”, continua, “lo más importante es quién uno es como persona, como ser humano, el contenido, no el envoltorio”, añade. Federica es DJ, nació con vagina, pero se concibe polarizadamente femenina y masculino. “Muchas personas han utilizado la palabra andrógina por mi aspecto físico, y si, lo soy”, concluye con gesto soberbio.  Se desliza entre uno y otro género dependiendo de con quien esté, del tema de conversación o como se sienta. Sencillamente fluye. Lleva siete años de relación con su novia Camila. Asimismo, su aspecto físico concuerda con su orientación sexual; teniendo una manera de ahorrarse tantas preguntas, al menos para con el exterior, su afinidad por las mujeres. 

“El campo de la sexualidad es cada vez más abierto, de hecho, ya no aparecen en los compendios de la psiquiatría muchos de los cuadros que eran incluidos como trastornos psiquiátricos”, dice María del Carmen Caso, psiquiatra infanto-juvenil. También afirma que no ha sido tema fácil para psicólogos o psiquiatras en el sentido que no implica querer un cambio de sexo, ni se puede asociar exactamente a la orientación sexual, es decir las personas o individuos pueden estar satisfecho con su condición heteronormativa en correspondencia con su género físico, sin tener en cuenta cómo percibe su identidad de género psicológica. “Es una identidad diferente, es el sentir de esa persona y no lo que le obliga la sociedad y tabúes a ser. Al final no es el sexo, la orientación sexual, ni identificación lo que define la calidad humana de las personas”, concluye.

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